miércoles, 16 de septiembre de 2009

Arcadia Belmonte


En la Casa del Alma,

danzan las formas impuras

atadas

a las del génesis,

perfectas.

Retumban los colores Kandinsky .

Maduran los días, los azules,

amarillos de mi infancia, como nísperos,

rojos vivos...

Las estocadas, las convulsiones,

metamorfoseándonos

en otro cuerpo de luz.


En Arcadia Belmonte,

ya no son iguales las horas.

Ha estallado la noche, lo pretérito,

y en nos se adentra la aurora.


"De Dios es el Alma", grita ya el eco que exhala Rasputín.

Nuestros, los leves cuerpos en luz.

Sanago, febrero 2007.

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